Se celebra en nuestro país, desde el año 1998, el 25 de marzo como el Día del Niño por Nacer. Este año, nos toca esta fecha muy de cerca, dadas las circunstancias en las que debemos celebrarlo. Cada año nos expresamos en marchas, en alegría, en ruido, en fiesta por la vida. Pero hoy ha sido desde la reflexión y meditación que la cuarentena nos obliga.
Para nosotros, como cristianos, tiene especial contenido la declaración de este día, por el concepto que encierra en sí mismo, y la importancia de la defensa de la vida en todos sus momentos.
Llaman la atención los considerandos, que surgen del decreto presidencial N° 1406/98, firmado el 7/12/98, con adhesión posterior del Congreso de la Nación, aquí transcribimos algunos de ellos:
“Que tal como se afirma en el Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del Niño: «el niño, por su falta de madurez física y mental, necesita protección y cuidado especiales, incluso la debida protección legal, tanto antes como después del nacimiento».
Que especialmente en su etapa prenatal, el niño es un ser de extrema fragilidad e indefensión, salvo la natural protección brindada por su madre.
Que la vida, el mayor de los dones, tiene un valor inviolable y una dignidad irrepetible.
Que el derecho a la vida no es una cuestión de ideología, ni de religión, sino una emanación de la naturaleza humana.”
También podemos observar en la Biblia: “Antes de nacer fui puesto a tu cuidado; aún estaba yo en el vientre de mi madre y tú eras ya mi Dios” (Salmo 22). “Aunque en lo íntimo me diste forma, y en lo más secreto me fui desarrollando, nada de mi cuerpo te fue desconocido. Con tus propios ojos viste mi embrión; todos los días de mi vida ya estaban en tu libro; antes de que me formaras, los anotaste, y no faltó uno solo de ellos.” (Salmo 139).
Pero nuestra reflexión del día de hoy, es sobre la importancia de la vida, de su cuidado y defensa desde la concepción, y hasta su muerte natural.
Hoy más que nunca frente a la situación que estamos enfrentando como nación y a nivel mundial por el COVID-19. El valor de la vida toma mayor relevancia, es la oportunidad que Dios nos vuelve a dar como país, para entender, el valor incalculable de la vida humana, la cual muchas veces se desprecia con facilidad por ideologías, o por inacción.
Es de máxima importancia cuidar de ambas vidas, la de la madre y del niño, y que pongamos todo nuestro esfuerzo en apoyar a ambos en todo este proceso de gestación y aún hasta después de su nacimiento.
Desde la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), retomamos el compromiso supremo de defender el don de la vida desde su concepción, el cual no declinaremos ante ninguna circunstancia.
Invitamos a todo el pueblo Argentino a unirse a una en una plegaria por la vida, especialmente de los más inocentes e indefensos, aquellos que aún no han nacido.
CONSEJO DIRECTIVO NACIONAL
Buenos Aires, 25 de marzo de 2020
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