Hoy, como hace muchos años cuando la lucha por la igualdad entre el hombre y la mujer comenzó, seguimos en instancias de desigualdad, exclusión, victimización, invisibilización de muchas mujeres. Por supuesto que se avanzó mucho y “visibilizaciòn”, “inclusión”, “participación”, sumando “dignidad” y “equidad” están presentes en nuestro vocabulario y en el cotidiano vivir. Y en ese sentido, seguimos celebrando la creación del Consejo Cristiano de la Mujer – nacional y federal. Un espacio para la integración y cuidado de la mujer ante las violencias, los dolores, los abusos, los problemas que la aquejan cada día.
En el Evangelio vemos a un modelo de hombre sin igual: Jesús, quien tuvo a su alrededor mujeres sabias, fuertes y débiles, amadas y despreciadas por otros, pero todas respetadas y valoradas por el Rey de reyes y Señor de señores. Un Jesús que supo cuando una mujer tocó su manto y poder salió de Él para bendecirla. Un Jesús que secó las lágrimas de Marta y María, cuando llegó y Lázaro estaba muerto. Un Jesús que dejó a su madre a cargo de uno de sus discípulos de confianza. Un Jesús que le habló a la extranjera y le pidió agua, cuando otros compatriotas la hubieran desechado. Y vemos una actitud de compasión y amor constante hacia esas mujeres en medio de un tiempo donde no eran visibles mas que para servir.
Los tiempos cambian, pero el modelo de Jesús sigue vigente. Es un modelo que no sólo marca un camino al varón, sino que también orienta a la mujer. Este Consejo Cristiano de la Mujer, hoy se plantea seguir buscando y asimilando ese modelo a la manera de Jesucristo. Nos comprometemos a cuidar de las mujeres que sufren, que lloran, que tienen hambre y sed de justicia. Buscando a las mujeres invisibilizadas, a las abusadas, a las sufrientes, a las que no se rinden y a las que ya se rindieron. Porque la dignidad es humana, y todos necesitamos recibir tratos dignos, cuidadosos. No sólo buscamos empatizar con las situaciones más vulnerables, sino y fundamentalmente, buscamos sanar almas heridas, amarlas, devolverles la dignidad y acercarlas a los pies del Maestro. Ese mismo que permitió que una mujer derrame perfume en sus pies. No por machismo, sino porque Él es divino. Es nuestro Dios.
Finalmente, deseamos no sólo para este día que conmemora la lucha femenina, sino para todos los días, nos comprometemos en buscar la Paz y fomentarla. Anhelamos para cada mujer que vive en tierras argentinas que alcance la paz que sólo Dios puede dar.
Y si bien es un día de conmemoración de luchas, deseamos que sea un día feliz. Un día para ver sonreír a nuestras abuelas, a nuestras madres, a nuestras hijas y nietas. Porque todas merecemos ser respetadas, amadas, cuidadas y valoradas, como Jesús lo hizo.
¡Feliz día de la mujer!
Consejo Cristiano de la Mujer – nacional y federal
ACIERA
Buenos Aires, 8 de marzo 2021