¿Por qué me dedico a la gestión pública? – Testimonio
Me llamo Enrique Riera Escudero. Tengo 58 años y este es mi sexto cargo público. Soy abogado, el Estudio Jurídico tiene cuatro generaciones y fui criado para ser un próspero abogado, siempre atado a los valores.
La razón por la que hago gestión pública nace en la figura de mi padre que se llamaba igual que yo, en mis épocas juveniles asistía poco a los eventos en los cuales su hijo menor participaba. Siempre fui muy activo, estaba en el centro del estudiantes, en el coro, era capitán de la selección de rugby de mi colegio y también del país. Estaba metido en la academia literaria. Tenía cientos de eventos. A todos ellos invitaba a mi padre, quien asistía poco o no asistía. Como él tenía un carácter fuerte, mi forma de castigarle era ponerle una cara larga a la hora del desayuno. Mamá, como todas las madres, estaba tratando de interceder entre los dos Enrique Riera, el que era su marido y el que era su hijo, justificando esas ausencias. Me decía que Papá estaba en el campo, etc. él era presidente de la Asociación Rural. Mi abuelo fue presidente de la Asociación Rural del Paraguay y presidente del Colegio de abogados. Fue presidente, también, de la Corte Suprema de Justicia, esa mochila es un poco pesada. Para algunos significa un problema, le aplasta y a otros, como a mi, le llena de orgullo. Digamos que la huella era muy profunda.
Además de todo esto, como yo le reclamaba a mi padre su presencia en todos mis magnos eventos y él no venía, Mamá lo justificaba. Hasta que un día, insólito, de esas cosas que suceden por extraños designios de quien está más arriba. Mirando unos papeles para hacer unos trabajos de la facultad, cae una carpeta que tenía unas cartas muy viejas. Con carbónicos azules, de máquina mecánica. Y en esa cartas dirigidas a personas como Osvaldo Chaves, Waldino Lovera, Domingo Laino, todos nombres legendarios de políticos que en los años de una dictadura cerrada que tuvimos en Paraguay durante 35 años fueron exiliados a la Argentina algunos y a Brasil otros. Mi padre se quedó acá y le mandaba cartas a sus amigos exiliados con la firma que decía “El Quijote”. El tema es que empiezo a leer las cartas dirigidas a sus amigos. Cuando veo que algo no me cierra, agarro el carpetón y me voy a encararlo a Papá.
Le pregunté qué era eso y me dijo: “sentate, ahora que estás grande te voy a explicar. ¿Te acordás aquella vez que me invitaste a tu partido que eras capitán de la selección y tenías que jugar contra Los Pumas en el Sudamericano?”. Le dije: “Sí, Papá, me acuerdo y faltaste”. “Bueno estaba preso”, me dijo. “¿Te acordás aquella vez que me invitaste a la entrega de premios de la academia literaria? Yo estaba exiliado m’hijo”… y ahí le pregunté: “Papá, ¿cuántas veces estuviste preso?”. “Treinta y siete” me dijo. “¿Y cuántas estuviste exiliado?”. “Y dos…”. “¿dónde te fuiste?”. “Es que no me fui. Me fueron. Me mandaron a la Argentina cuando tenías cuatro meses. Tu naciste en Febrero del 59, a nosotros nos corrieron en Mayo del 59. No había puente con Argentina, así que tu madre cruzaba contigo en brazos en una canoa. ¡Qué te vas a acordar! Y la otra vez me fui a Brasil. Nos escapamos por el norte de Paraguay, cruzamos el río, pasamos por la selva…” era toda una historia tipo Indiana Jones. Entonces miro a mi papá y le pregunto: “¿por qué no me contaste si yo era un hijo que te reclamaba?”. Ahí me dijo algo que me fulminó: “Tu madre y yo no queríamos que ustedes se criaran con rencores, dolores y resentimientos para ser un país diferente en el futuro”. Entonces en un minuto pasé de ser un hijo que reclamaba a un hijo que admiraba. Ahí le dije unas palabras que me acompañan hasta hoy: “voy a continuar tu lucha, para que no sea en vano”.
Di una vuelta de timón y dejé de hacer un montón de cosas y muy joven comencé a militar políticamente. También estuve tres veces preso, pero unos días y sencillamente por pintar paredes o tirar panfletos. Después vino la democracia y fue una euforia enorme, y era casi imposible llamándose Enrique Riera no ser político. Encontré el canal para postularme con él. Lo acompañaba a todos lados. Era su chofer, escuchaba sus conversaciones. Volvieron sus amigos del exilio. Entré en la euforia y pestañé, y pasaron treinta años y como 20 elecciones. Perdí en la mitad y gané en la otra mitad. O sea que conozco mis amigos serios, que son los que se quedan cuando uno pierde. Pero la verdad es que esta es la razón por la cual arranqué muy temprano en la arena política.
Fui secretario general del Ministerio del Interior cuando tenía 30 años. Tuve toda la policía a mi cargo. Luego fui viceministro de la juventud de Paraguay para intentar insuflar valores éticos y morales en una juventud que no tenía referentes. Después de eso me tocó ser diputado nacional. Luego fui intendente de Asunción. Ahí me tocó vivir un momento muy difícil porque se produjo el incendio de un supermercado donde murieron 400 personas. Ahí, cuando toqué fondo con esta situación y no quería saber nada de la gestión pública, ni volver a esto, fue una vez más mi padre el que me dijo que renunciar es el camino más fácil y que debía aguantar lo que tenía que aguantar y quedarme para ayudar a las víctimas. Por esa razón continué y me dediqué a recuperar el resto de vida que les quedaba a las familias. Trabajaba personalmente con cada una de ellas. Conseguí trabajo para los padres, escuelas para los chicos, intentamos hacer una cooperativa para que se recuperen y un montón de cosas.
Salí de la cancha por seis años y me fui a hacer el camino de Santiago. Caminé 800 kilómetros desde la frontera de los Pirineos hasta Santiago de Compostela en 40 días y ahí me di cuenta que todavía tenía resto. Que había que volver al ruedo y seguir sirviendo a la gente. Porque cuando uno más sirve más bendiciones recibe, y lo he cosechado en amigos y en una familia maravillosa.
Me casé con mi esposa hace 30 años y ella y mis hijos con una gran bendición. Mi esposa sobrevivió a un accidente muy grande donde muere su mamá y tres hermanitos. Así que se crió huérfana. Su máxima aspiración era tener una familia, la suya propia. Se casa conmigo, y yo quería una mujer inteligente que me acompañe toda la vida. Como estábamos en plena lucha política, decidimos no tener hijos. Después cuando vino la democracia decidimos sí tenerlos por la libertad. Pasaron los años y no aparecían los chicos. Estábamos listos para adoptar porque queríamos tener familia propia. Cuando menos los esperábamos llegaron tres maravillas. Uno detrás de otro. Es a partir de aquí es que encuentro la explicación que Dios me deja hacer todas estas cosas. Ella está feliz, completa, que tiene todo lo que quería tener en la vida: la familia, los hijos que es lo más fuerte que tenemos. Y realmente la familia es el mejor lugar del mundo. Cuando yo tengo estos golpes ¿dónde creen que encuentro refugio? ¡Ahí, en la familia con mi esposa! Ella es la que sostiene la espiritualidad familiar. Tengo una hija que es peregrina y es la que me hizo aceptar este cargo.
Después de aquellos seis años de luto y de haber hecho ayuno de vida pública, sintiéndome fuerte de vuelta, el Presidente de la República, (con quien me había enfrentado políticamente. Me ganó y luego acompañé lo que el pueblo decidió) me ofrece ser el presidente del Consejo de la Magistratura. Cuando me plantea esta posibilidad le hice una sola pregunta: “Presidente ¿voy a poder elegir a los mejores, sí o no?”. Su respuesta fue positiva y la sostuvo, aún ante mi desconfianza y sorpresa. Durante dos años y medio, de once mil currículum elegimos tres mil nombres y el Presidente no metió ni uno. Ni él, ni nadie. Ni un diputado, ni un senador. ¡Nadie! Se le puso un puntaje a cada uno de acuerdo a sus títulos y capacidades, para luego publicar como un ranking en la web para cubrir la terna. La idea era construir un poder judicial independiente. Esto hizo que me declararan persona no grata en el Senado, pero el Presidente me ha dado apoyo para exigir y garantizar seguridad jurídica. Cuando estaba muy contento trabajando en esto y ya prácticamente siendo un modelo de gestión a nivel Latinoamérica. En medio de esto el Presidente nuevamente me llama y ofrece el Ministerio de Educación y Ciencias que estaba en plena crisis. La ministra había renunciado, teníamos cuatro días sin Ministerio. Ciento cincuenta colegios tomados. Chicos gritando detrás de las rejas “queremos una mejor educación”. Todos los medios de comunicación detrás. Los padres apoyando a sus hijos. Ante el llamado presidencial le dije: “Sr. Presidente te he enviado dos candidatos diez veces mejor que yo, ¿por qué yo?… me está pidiendo que vaya a Vietnam”. Él me dijo: “yo sé que este es un hierro caliente. Vos tenes las condiciones, yo te voy a ayudar. Si pudiste con la Justicia vas a poder con la Educación”. Le pedí que me diera unas horas para consultar a mi familia, y fue mi hija menor la que me dijo: “Papá a mi me enseñaron en la iglesia que cuando uno tiene un talento y no lo usa en beneficio de los demás se llama egoísmo”. Cinco horas después lo llamé al Presidente y le dije: “Me meto”. Esta es la razón por la que hago gestión pública: por la familia.
Cuando entré al Ministerio de Educación me encontré con una bomba instalada, invisible dentro del sistema, lista para ser detonada. Que arrancó por allá en el 2008 y se profundizó en el 2011. Mi antecesora tenía criterios más ‘abiertos’, hasta que estalló el problema de la ideología de género. No pude dimensionar la corriente interna que desde el Ministerio de Educación que es el más grande del Paraguay y el que mayor impacto tiene porque en el país el 40% de la población tiene menos de 17 años. En el ministerio tenemos 80 mil funcionarios. Eso mirando para abajo tiene 120 directores. Poquito más abajo tiene 600 supervisores. Ya en el terreno 17 departamentos. Un nivel más abajo hay 8 mil directores para 10 mil escuelas. Un poco más abajo hay 65 mil docentes para atender a un millón y medio de niños. Soy el Capitán de este barco que es una ciudad flotante, y tripulo el 40% de la población paraguaya.
Ahí es cuando tomo conciencia de la importancia de este tema, porque cuando finalmente se llega a la audiencia pública, voy con absoluta buena fe. Es decir, que desde el día uno siempre me moví dentro de los límites establecidos en la Constitución Nacional. En su art. 51 es muy práctica, habla del matrimonio entre el hombre y la mujer dentro de los valores tradicionales de la familia. Como funcionario público, esté o no de acuerdo, quien opine diferente y mientras la Constitución no se modifique no da ni para discutir. Pero además dice más, que protege la vida desde la concepción hasta declarada su muerte. O sea que tampoco da para discutir. Si alguno no está de acuerdo, en la próxima constituyente dará la batalla pero mientras tanto yo no tenía ninguna duda. Y ahí me dijeron que habían materiales que están circulando del Ministerio de antes de que yo llegue a esta cartera. Y yo dije: “traigan pruebas”… y me trajeron pruebas. Aparecieron unos libros que algunos capítulos tenían muy sutilmente insertado algunas cosas que generaban confusión y otras que definitivamente orientadas a generar un pensamiento vinculado a la ideología de género. Y el problema de fondo se produce cuando se mezcla sexo con género. Y el otro problema es cuando se mezclan los derechos sexuales con los reproductivos, entonces de ahí salta que uno tiene derecho a decidir quién ser, quien no ser porque la ideología de género sostiene que el género es una construcción social. La pregunta es si tenemos que enseñar ideología de género en la escuela o no. Ahí es donde dije: “de ninguna manera”. No podemos enseñar ninguna ideología en la escuela. No podemos enseñar a ser colorados, liberales. Pero aún así como hay tanta desconfianza hacia las autoridades en general, en todo nuestro país, la gente cree más en un audio de WhatsApp aunque sea anónimo o en una foto de un material que no tiene logotipo del Ministerio (porque llegó un momento que se mezcló todo). De esa manera se instaló la duda. Además teníamos el problema que medios de comunicación y algunos formadores de opinión que abiertamente adoptaron la idea. Además de eso teníamos el problema que dentro del Ministerio de Educación había gente que había trabajado en esos materiales. Estaban en la condición incómoda de negar lo que habían hecho y tenían la firma puesta, y todavía están. En este asunto no hay medias tintas. O es blanco o es negro. Y firmé una resolución prohibiendo la enseñanza de la ideología de género en todas las escuelas del Paraguay. Encontré resistencia dentro y fuera del Ministerio. Automáticamente se formó una corriente fuerte del otro lado, hasta presiones internacionales que hubo que responder con todas las letras que somos un país soberano, que tenemos derecho a decidir lo que nuestros hijos van a estudiar y lo que no van a estudiar. Además de eso todos los chicos son menores y hasta los 18 años deciden los padres. La Constitución exige dos cosas más: no puedo discriminar a nadie, ni puedo excluir a nadie. Cualquiera sea. Si es negro, si es blanco, si es chico, si es grande, si es gordo, si es rápido o lento, o con la tendencia deportiva o política que tenga, yo igual tengo que enseñarle matemática, lengua, química, geografía sino lo estaría condenando a la ignorancia. Normalmente nuestros detractores mezclan todos los tantos. Fui muy claro en que no vamos a enseñar ideología de género, pero tampoco vamos a excluir o discriminar a nadie en la escuela pública. Todos los chicos tienen derechos a aprender conocimientos que le son útiles a sus vidas., a su familia, y a su sociedad. Y familia entendida como papá, mamá e hijitos. Obviamente me saltaron que pasa con las madres solteras. Y las madres serán solteras pero por algún lado anda un padre irresponsable. Al final se dictó la resolución. Recibí notas de muchos grupos contrarios, pero no podemos estar presionados por pequeños grupos. Quiero decirles que esto es fruto de mis más íntimas convicciones. Yo entiendo la diversidad, el mundo complicado en que vivimos, las redes sociales, etc. pero para mi los valores son eternos. Mi Papá me enseño desde muy pequeño a seguir mis convicciones y no mi conveniencia. Probablemente para hacerme el moderno o progresista podría hacerme burro. Nosotros tenemos que promover lo que la Constitución establece y lo que hagan de la escuela para afuera es otro tema. Lo que hagan en sus casas y los valores que reciban sus familias es otro tema. Como está constituida la familia es otro tema. Al final se estableció una linea: no vamos a promover la ideología de género. No vamos a excluir a nadie. No vamos a discriminar a ninguna persona. Y sí vamos a enfrentar con mucha firmeza la ideología de género.