Aunque la Reforma dejó una huella significativa en todos los órdenes en la historia de la humanidad, también la tuvo en la pintura y en las otras artes plásticas, aunque su peso mayor se produjo en el terreno de la música.
Por esa razón, si bien la celebración de los 500 años incluye una serie de actividades, estas se iniciarán el próximo lunes 4 de septiembre a las 20 horas con un Concierto en el Teatro Colón de Buenos Aires.
Participarán de esta Celebración Musical la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional José de San Martín con su Director Mario Benzecry y el Coro Polifónico Nacional bajo la dirección de Ariel Alonso, interpretando de Félix B. Mendelssohnn la Sinfonía N5 “La Reforma” y de Johann S. Bach el Magnificat.
También actuarán el Coro Unido de la Reforma, la Orquesta de Bronces del Ejército de Salvación y el concertista de piano Oscar Dressler, DMA quienes interpretaran himnología tradicional evangélica.
Asistirán a estos festejos autoridades nacionales y del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, miembros del Congreso y del cuerpo diplomático, representantes de diferentes iglesias y comunidades religiosas y la comunidad evangélica.
Información de interés: El impacto de la Reforma en las artes.
Aunque la Reforma dejó una huella significativa en la pintura y en las otras artes plásticas, su peso mayor se produjo en el terreno de la música, una vez más guiada por la Biblia y su referencia a instrumentos y coros.
A inicios del siglo XVI, en el seno de la iglesia católica, la música era cantada en latín y circunscripta a los coros eclesiales. La Reforma devolvió la alabanza a Dios al pueblo sin excluir a las mujeres. Lo consiguió de una manera tan prodigiosa que, a día de hoy, nos parece natural lo que entonces, a inicios del siglo XVI, constituyó una verdadera revolución.
De entrada, las canciones se compusieron en la lengua vernácula que entendían las masas. La polifonía tuvo que ser abandonada pasajeramente, pero todos los fieles participaron del canto.
Ciertamente un lugar de honor en esa revolución artística le correspondió a Lutero, amante de la música, intérprete y compositor. Sus corales – Castillo Fuerte… es solo uno más- sirvieron para expandir la causa del evangelio, pero también para unir a los creyentes en torno a la adoración. No estuvo solo. Otros reformadores como Martin Bucero o Juan Calvino también compusieron hermosos himnos generalmente inspirados en el libro bíblico de los Salmos.
Salterios como los de Ginebra, Lausana, Basilea y Mulhouse recogieron piezas cuya solemnidad y espiritualidad no han sido superadas. Incluso se puso de moda cantarlos en el hogar a modo de entretenimiento.
Para cuando Johann Sebastian Bach, el músico protestante por excelencia, comenzó a componer ya existían más de cinco mil corales de inspiración reformada. Bach era un personaje extraordinariamente interesado en la Biblia. Su biblioteca –que se ha conservado- estaba formada mayoritariamente por ediciones de las Escrituras y libros de teología. De manera bien reveladora, firmaba sus partituras con las iniciales SDG que se correspondían con la expresión latina Soli Deo Gloria, es decir, Sólo a Dios la gloria.
De manera semejante, Jorge Federico Haendel dejó extraordinarios oratorios de los que El Mesías es el más conocido, pero no el único y probablemente tampoco el mejor y Felix Mendelssohn –de origen judío pero protestante- fue uno de los compositores más extraordinarios del período romántico rindiendo homenaje a la Reforma que da nombre a su Quinta Sinfonía.
La impronta de la Reforma continuó siendo extraordinaria en la continua redacción de himnos. Solo Carles Wesley, uno de los compositores más geniales, escribió más de seis mil de los cuales algunas docenas se siguen cantando al día de hoy. Ese extraordinario manantial artístico sigue fluyendo hoy.
Mesa consultiva de Federaciones y Asociaciones Evangélicas de la República Argentina.