Con vista al comienzo del proceso electoral en nuestro país, cuyas elecciones tendrán lugar en octubre venidero, la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA), junto a distintos credos han compartido con los medios de comunicación la siguiente declaración:
«En torno a la fiesta patria del 9 de julio, los representantes de las comunidades religiosas de nuestro país, acercamos estas reflexiones previas al inicio del proceso electoral. Elegimos esta fecha porque como comunidades creyentes valoramos hondamente las tradiciones. De las raíces viene la fuerza que nos hace crecer, florecer y fructificar.
En las fechas patrias cantamos en el himno: «Oíd el ruido de rotas cadenas». Aquí no hay solo memoria del pasado, sino un anhelo de libertad. Estamos cantando un deseo, un sueño. Y la memoria de esta fecha es a la vez recuerdo de que no hay libertad sin fraternidad. Porque “nuestras” guerras de la Independencia son las mismas que condujo a las independencias de los países vecinos y hermanos. El pueblo argentino nace en el espacio fraterno de la solidaridad latinoamericana que no puede ser borrado de la memoria histórica. Un pueblo que a lo largo de más de dos siglos se ha enriquecido por las diferentes migraciones, con sus riquezas culturales y religiosas.
Elegir autoridades nos pone frente a la inmejorable ocasión de entablar un diálogo acerca de nuestro presente y nuestro futuro, que represente la esperanza que tenemos para nuestro país. La cultura del diálogo como camino, el respeto del otro como conducta, y el tener dentro de cada proyecto a los que más sufren la pobreza y la exclusión como criterio y método, deben ser prioridades. No hay verdadera libertad sin fraternidad, y esta no se da sin la concreta realización de los derechos sociales.
El proceso electoral no debe significar una crisis, ya que es simplemente algo que ocurre indefectiblemente en las democracias. Ahora bien, es necesario revitalizar la democracia, no reduciéndola a un acto eleccionario. La democracia se atrofia, pierde representatividad, se va desencarnando si deja afuera al pueblo en su lucha cotidiana por la dignidad y en la construcción de su destino. La política colabora para que el pueblo se torne protagonista de su historia y así se evita que las llamadas “clases dirigentes” crean que pueden dirimirlo todo.
A quienes aspiran a la responsabilidad que implica una candidatura, los exhortamos a presentar con claridad y realismo sus ideas y proyectos, sin caer en agresividades innecesarias que terminan desacreditando las propuestas. La política es la vocación más alta del hombre en comunidad y nos permite construir la anhelada fraternidad. Debiera revestir un carácter altruista y no reducirse a desprestigiar a los adversarios ni a un juego superficial de intercambios vanos. Podemos hacerlo.
La transparencia y honestidad personal, junto a la transparencia en el rol institucional de cada uno de los poderes tiene una relación indisoluble con el bienestar y la confianza de los ciudadanos. El funcionamiento deficiente de los poderes produce un alto costo social. El poder judicial en particular no debe dejar duda alguna de su plena independencia y desvinculación del ámbito político. Mientras se perciba la acción de «operadores judiciales» permanecerá en el conjunto de la población la idea de personas o corporaciones por encima de la ley. Esto afecta directamente la tranquilidad social.
En asignaturas nodales, que constituyen el eje de las diversas problemáticas presentes en nuestra nación, y si queremos empezar un verdadero camino de recuperación, hay que salir de una vez por todas de la era del diagnóstico. Todos y cada uno de los habitantes de este país sabemos que: la pobreza extrema, el narcotráfico, la creación de empleo, el cuidado de la vida, la educación inclusiva, la inflación, la reivindicación de los adultos mayores y la protección absoluta de la niñez, son temas que se resuelven con políticas de estado más allá de la alternancia, entendiendo que los logros de cada período deben tener continuidad. La nación ya ha sido fundada, no se refunda ni cada cuatro ni cada ocho años.
Como comunidades creyentes podemos afirmar que la gloria de Dios es que el hombre viva, es decir que se realice, que salga adelante, que crezca, que se desarrolle. Como hombres y mujeres de fe en el Dios Misericordioso, tenemos un compromiso profético en nuestro mundo de hoy. Nuestra tarea es ayudar a recordar que detrás de las cifras – a veces parecen preocupar sólo si suben demasiado-, y de las crisis, hay rostros, nombres e historias. Esto en una invitación permanente a poner en el centro de la acción social y política a las personas más desfavorecidas. Solo así será posible la amistad social y la fraternidad.»
Monseñor Oscar Ojea, presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).
Doctor Jorge Knobiovits, presidente de la delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA).
Sumer Noufouri, presidente del Instituto Islam Para la Paz.
Pastor Néstor Miguez, presidente de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE).
Pastor Rubén Proietti, presidente de la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA).
Repercusiones en la prensa:
Vatican News
ACI PRENSA
Agencia Télam
Clarin.com
Lanacion.com.ar
Valores Religiosos
Pagina12.com.ar
Análisis Digital
Diario República
Infocielo.com.ar
Diario Castellanos
El Litoral
Aica.org
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