Lo acontecido en el segundo fin de semana del mes de abril de 2016 con el triste saldo de cinco personas fallecidas y cuatro en estado crítico, por la fiesta electrónica de “Costa Salguero”, con la ingesta de drogas de diseño, nos interpela a todos.
A la justicia y las fuerzas de seguridad y policiales, porque “todo el mundo sabe que en las fiestas electrónicas se consume drogas”.
A los legisladores porque hay que adecuar la legislación a los tiempos actuales.
Al poder Ejecutivo por la política a implementar en un sistema de prevención y represión al narcotráfico, sin pausa, ni concesiones.
A los padres porque no hemos sabido llegar como corresponde a los hijos para que, en el momento adecuado, tomen las decisiones más sabias.
A éstos porque se han dejado llevar por una cultura del bienestar inmediato, sin medir las consecuencias.
A las confesiones de fe, porque lo que hemos concretado no alcanza y tendríamos que haber hecho más.
Toda la dirigencia está interpelada, pero si queremos cambiar la situación, no podemos seguir haciendo lo mismo.
El pueblo argentino está dispuesto a trabajar. Ya lo viene haciendo a través de las organizaciones de la sociedad civil, sin cuya participación es imposible imaginar cualquier planificación.
No olvidemos que debajo de la franja social, están los que se mueren todos los días por la letalidad al “paco” o el lento deterioro que produce el alcohol y sus mezclas, al alcance de no pocas monedas. Pero no se sabe “cuántos muertos tenemos por consumo de drogas”, mejor dicho por sus consecuencias, porque el sistema inmunológico es destruido por las sustancias y la última causa de muerte, es otra enfermedad que se suma.
Se percibe la voluntad social de cambiar. El llamado bíblico es: “rescata a los que van rumbo a la muerte; detén a los que a tumbos avanzan al suplicio” Consecuentemente se impone proporcionar herramientas a los padres; a los docentes (que son padres y maestros); comenzar con la prevención temprana –desde la más tierna infancia-; persuadir a la juventud que la alegría no viene en ningún envase, sino de una mente sana capaz de elaborar un proyecto de vida. Estaremos cumpliendo así con legislación que tiene 30 años de vigencia y que nunca se ha cumplido.
Por otro lado, invertir para mejorar la cantidad de centros de asistencia y recuperación gratuitos que tenemos en las confesiones de fe cristiana evangélica, ya que los mayores resultados de allí
provienen y que están destinados a los que carecen de obra social y por lo tanto están desprotegidos.
Los que no tienen voz, son los que ya no están; los que están y no pueden hablar (adicto es a-dictus, sin dicción); los que deambulan por las calles con su cuerpo y cabeza intoxicada.
Ellos nos interpelan.
Pero también lo hace Dios: “fuente de toda razón y justicia”.
Estamos delante de una gran oportunidad de empezar a revertir todos estos años de desatención.
Hagamos hoy el esfuerzo necesario para que se inicie en todo el territorio un cambio de paradigma. Modificando la cultura que nos caracteriza como irresponsables e improvisados, haciendo que nuestro pueblo sufra y no tenga en su idiosincrasia las actitudes necesarias para ser personas que tienen en su impronta, a la prevención en cada hogar y sistema educativo, y el amor por los niños y jóvenes perdidos como bandera.
Buenos Aires, 20 de abril de 2016
Pasando la Antorcha – Area Lucha contra las adicciones