Con la vorágine en que se suceden las noticias, una tras otra, en el marco de la pandemia que vive nuestra nación, y particularmente en lo referido a la reapertura de los templos, el Consejo Directivo Nacional elaboró una nueva comunicación para la pastoral de todo el territorio nacional.
Queridos Pastores: Asistimos hoy a un desafío inédito en la tarea ministerial. El cuadro mundial de pandemia por causa del COVID-19 nos impone reflexionar y servir en un escenario imprevisto. Queremos por medio de estas líneas reflexionar juntos y alentarnos a pensar en lo que estamos atravesando y vislumbrar cómo seguir adelante, sabiendo que el Señor siempre está en control.
Las dimensiones de la crisis que enfrentamos
La crisis sanitaria. Es la que lleva la mayor parte de nuestra atención y esfuerzos. Tiene que ver con la batalla para detener el avance del COVID-19. Esta situación impone aislamiento, restricción de circulación, distanciamiento social y nuevos hábitos de higiene y prevención que se nos hacen particularmente difíciles de sobrellevar. No compartimos el mate, ni los abrazos, ni los besos. Ya no nos reunimos ni en el templo, ni en las casas, y hemos aprendido a usar nuevos recursos de la tecnología que no esperábamos aprender. En medio de las limitaciones impuestas por la situación alentamos a las iglesias a ser respetuosas de las normas que se aplican en su ciudad y pedir a Dios sabiduría, unción y creatividad para cumplir con la misión en medio de los tiempos.
La crisis económica. Los especialistas económicos sostienen que fruto de esta coyuntura el 50 % de los argentinos estará debajo de la linea de la pobreza. La situación de las iglesias evangélicas no escapa de esta realidad. Los ingresos de las congregaciones bajaron y los gastos, sobre todo en materia social, subieron. En los comedores donde se servían 50 raciones hoy se sirven 100, y donde se asistía a 20 familias hoy se asiste a 40. No se esperan mejoras en lo inmediato. El sostén de las iglesias evangélicas proviene mayoritariamente de los diezmos y ofrendas que, por lo general, se efectúan al congregarnos. La imposibilidad de reunirnos, sumada al cierre de los templos, ha provocado el descenso drástico de los recursos, al tiempo que se multiplican las necesidades. Descansamos en el poder y gracia de nuestro Señor, cabeza de la iglesia. Sabemos que nada nos faltará y su provisión siempre llegará. Al mismo tiempo sugerimos renegociar los contratos de alquiler y estar al tanto de los beneficios impositivos y subsidios que el Gobierno nacional ha otorgado a las PYMES, que incluye a las fundaciones y asociaciones civiles, y que ha permitido que reciban el 50% de los salarios registrados. También, en lo posible, contar con asesoramiento profesional.
La crisis que genera el aislamiento. El aislamiento acentúa diferentes tipos de patologías, algunas relacionadas con el temor, la ansiedad y el pánico. También observamos un recrudecimiento de la conflictividad familiar, fruto de tantos días de encierro e intensas relaciones interpersonales. Cabe destacar que todos los delitos disminuyeron, salvo los referidos a la violencia intrafamiliar, que han aumentado. Esto ha generado una mayor demanda de la tarea pastoral. Sin duda el desafío ministerial de hoy excede largamente lo que acostumbrábamos hacer. Recomendamos interceder por los que ministran, crear redes de contención y cubrir en oración a los miembros y familias de nuestras congregaciones.
Camino hacia la salida
Como iglesias nos enfrentamos al desafío de llevar adelante la misión con demandas crecientes, recursos materiales decrecientes y en un contexto de restricciones de circulación y reunión.
Hemos encontrado opciones para hacer la misión: reuniones virtuales, videoconferencia, redes sociales y permisos de tránsito para la asistencia pastoral, entre otras.
El escenario a nivel nacional es diverso. Hay ciudades y aún provincias sin casos de contagio y es justo que no sobrelleven las mismas medidas que los grandes centros urbanos. En muchos lugares ya se dialoga sobre cuáles serán los pasos a seguir para retomar las actividades y reuniones. En cada caso será necesario un protocolo de cuidado y prevención.
Ante las innumerables consultas de pastores, iglesias y Consejos Pastorales queremos decir que dadas las múltiples realidades nacionales y el hecho de que nuestra nación tiene un gobierno federal NO ES POSIBLE UN ÚNICO PROTOCOLO DE SALIDA A NIVEL NACIONAL. Esto quiere decir que, si bien el gobierno nacional va regulando la salida de la crisis, la aplicación de las medidas está en manos de los gobiernos provinciales y eventualmente de los municipios. Todo lo que tiene que ver con la apertura de los lugares de culto, permisos para reuniones y demás actividades de las iglesias, queda bajo la órbita de los gobiernos municipales o provinciales. Por eso veremos que cosas que se permiten en un lugar no se permiten en otro. Por lo tanto, cualquier anuncio del Gobierno Nacional referente a los cultos, deberá encontrar su aplicación y reglamentación en las autoridades locales.
Las mismas pueden considerar o no su oportuna implementación. Dada esta circunstancia recomendamos y alentamos a que las iglesias de cada ciudad trabajen mancomunadamente con los gobiernos locales a fin de establecer los pasos a seguir en el proceso de salida de la cuarentena, a la vez de colaborar en la elaboración de los protocolos pertinentes.
Volver gradualmente a la actividad permitirá́ la recuperación económica de las industrias y comercios, al mismo tiempo que iniciará el camino de una nueva etapa en la misión.
En varias oportunidades la Biblia resalta la frase “Y después de estas cosas”, explicando que más allá de las difíciles circunstancias que nos toquen vivir esto también pasará y habrá un nuevo día. Se suele decir que la vida se lee mirando hacia atrás y la Biblia nos permite tener esa mirada retrospectiva en la historia. Ante lo cual podemos afirmar que también de esta situación saldremos fortalecidos. No dejemos de predicar y mantener una fluida relación con el Espíritu Santo quien es nuestro ayudador. Finalmente, recordemos que los tiempos donde más creció la Iglesia fueron los días en que estuvo bajo el fuego de la prueba. La iglesia crecerá y no nos detendremos hasta que Argentina sea para Cristo.
CONSEJO DIRECTIVO NACIONAL DE ACIERA